Nueva Visión de Aldemar Valentín: o cómo suenan los inventarios
Por Ana Karina Galicia Valencia
Siempre es bueno recapitular, hacer una pausa del andar diario y voltear hacia atrás, no con nostalgia (no tanta), analizar: ¿por qué estamos donde estamos?, ¿cómo llegamos aquí?, ¿qué sigue? Inventarios de meses, de años, de temporadas.
Yo soy muy joven, mis inventarios son pequeños, pueden caber en una canción o dos. Pero hay inventarios más extensos, personas con muchos kilómetros andados, con muchos paisajes en los ojos y muchas interrogantes aún. Estos no caben en una canción o dos, a estos hay que hacerles una obra más extensa.
Este es el caso del músico y compositor Aldemar Valentín, un músico puertorriqueño, bajista de muchas personalidades importantes como Miguel Zenón o Danilo Pérez; el tipo de gente que ha viajado por el mundo de gira en gira, y que ahora se encuentra viviendo en la ciudad de Xalapa, Veracruz. Seguramente, cuando llegó a esto punto, tan azaroso como la ciudad misma, minúscula e impredicible, pensó que lo siguiente era hacer un recuento. Y lo hizo.
Su último disco Nueva Visión es un anunciamiento desde el título, pero que sin embargo sirve de retrospectiva para el mismo músico. Es un punto lejano al pasado, desde el que puede analizar a qué punto ha llegado y qué es lo que sigue, cuál es esa nueva visión que predica.
Prefiero llamarle un compilado de canciones a esta obra, una antología de una temporada de su vida, en la cual no existe una relación aparente entre una canción y otra, pero tampoco tiene por qué tenerla. El autor va más allá de la conexión lógica evidente, quiere que escuches toda la obra y saques tus conclusiones. Se trata de un impulso profundo, casi instintivo, de no dejar estas canciones en papel, esta etapa vivida guardada en un cajón.
Cinco canciones son las que componen esta obra, un fonograma pequeño en cantidad pero no en calidad, los episodios que el autor vivió. La obra empieza con un prólogo a modo de bienvenida: “Mucho gusto, este fui yo, este soy ahora y este (creo) seré”. No hay en ella una conclusión ni nada que nos indique que el final del disco es también el último crujir de una puerta que finalmente se cerró. En este tenor es que aparecen sucesivamente las piezas que componen al disco: “Baile con nomos”, “Mujer”, “Quimera”, y la obra que da nombre al título del disco, “Nueva visión”. Tienen un pulcro sentido de la música, con una ejecución precisa y consciente, como una recámara recién ordenada después de un largo fin de semana encuentros y despedidas, todo en su lugar.
Hay aspectos importantes a recalcar de este fonograma: Aldemar decide trabajar con músicos de la región o también residentes de paso en Xalapa (Arturo Caraza en el saxofón, Roberto Picasso en la guitarra y Renato Domínguez en la batería), los cuales se entregan a cada composición como el autor lo requiere.
Un aspecto de aplaudirse mucho es que todas las composiciones son originales. Realmente es un disco personal, que abre la puerta al escucha y deja entre ver un punto muy vulnerable del artista que sin embargo es el que siempre ha rodeado su vida, la música.
Nueva Visión es la puerta a una etapa más en la vida de Aldemar Valentín, el inventario que fue necesario hacer para corregir, tachonear, recalcar y buscar los cabos sueltos u olvidados, una obra en la cual el prólogo se ha quedado en suspenso.
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