Luis Jesús Galindo Cáceres escribe del álbum ESSE de Gustavo Cortiñas.
Luis Jesús Galindo Cáceres
Viernes 10 de marzo de 2017
Nombre del disco. ESSE
Integrantes del Ensamble.- Justin Copeland (trumpet), Roy McGrath (sax tenor) (2,6,7,9,10), Artie Black (sax tenor) (1,3,4,5,8), Adam Thornburg (trombón), Hans Luchs (guitarra), Joaquín García (piano), Kitt Lyles (bajo),
Gustavo Cortiñas (batería)
Duración. 76 minutos.
Once segmentos.- Dialectics of Freedom (12:45), Filosofía (9:15), The Allegory of the Cave (8:39), Intro to Arête (1:02), Arête (8:46), Cogito Ergo Sum (3:23), Global Skepticism (7:42), On Certainty (8:34), Ubermensch (7:50), Intro to the Man of Flesh and Bone (1:34), The Man of Flesh and Bone (6:06).
Composiciones.- Gustavo Cortiñas
Grabado por Scott Steinman en Electrical Audio, Chicago, IL, el 18 de marzo del 2016.
Mezcalo y masterizado por Scott Steinman en Studiomedia Recording, Evanston, IL.
Fotografía por Damián Robles y Sara Marsden
Diseño de portada e interiores por John Bishop
Producido por Gustavo Cortiñas.
Editado en Origin Records
El jazz mexicano tiene una vertiente que lo asocia con el territorio, México, otra que lo relaciona con el origen del músico, los jazzistas mexicanos. Entre ambas líneas de construcción de un concepto posible las relaciones son múltiples, hay músicos nacidos en otros países que trabajan y desarrollan sus proyectos en México, hay músicos mexicanos que por diversas circunstancias viven y crean su música en otros países. Todo esto parece relativamente claro desde cierto sentido común, desde otros puntos de vista la cosa es más simple, hay músicos y música, y eso es todo, y desde alguna posición dura, sólo músicos mexicanos en México hacen jazz mexicano, o en tono más grave, no hay jazz mexicano, sólo gringo. Todas estas posibilidades son válidas, enriquecen la pluralidad de un diálogo que en ocasiones es rico y en otras no tanto. Todo esto viene a colación para hablar del nuevo disco de Gustavo Cortiñas, un músico mexicano que vive, trabaja y desarrolla su proyecto de jazz en Chicago, una de las cunas del jazz original, genético, en el país de las barras y las estrellas. Escribir sobre este acontecimiento permite estos apuntes y mucho más.
La historia de un músico nacido en México y que crea en otro país de inmediato trae diversas reflexiones sobre lo que el contexto y la raíz significan para el desarrollo de un proyecto música. Podría darse el caso de un músico que lleve una raíz que lo articula a una genealogía cultural de muchas generaciones en el pasado mexicano que se manifiestan en la voz de un creador que se mueve en un contexto muy distinto al de sus padres. ¿Cómo sería ese tipo de música?, ¿hasta dónde la raíz se manifestaría?, ¿habría algún tipo de maridaje con el nuevo contexto? Estas son algunas de las preguntas para escuchar e indagar en cierto escenario posible. Por otra parte podría ser el caso de un músico cuyas raíces están más apegadas a formas culturales contemporáneas. Algo así como raíces nuevas, en contraste con las del caso anterior, raíces viejas. Bueno, las raíces nuevas también tienen una historia. Jóvenes contemporáneos se alimentan de raíces nuevas que tienen sus genealogías en territorios y culturas extrañas y lejanas. Este tema es fascinante, Gustavo Cortiñas tiene un sonido que no connota a la huasteca o al son de occidente, no tiene una raíz directa con la esclavitud negra y la matriz del jazz norteamericano en inglés. ¿Cómo escuchar su música?, ¿qué permite nuestra ecología cultural y musical actual diversa y múltiple en la emergencia de proyectos como el suyo?
Gustavo Cortiñas es un joven músico mexicano avecindado en la ciudad de Chicago, graduado con honores en la Loyola University New Orleans y en la Northwestern University, con una doble formación en Filosofía y Jazz. Su instrumento es la batería, las figuras del tiempo y el ritmo, claves en el sonido del jazz, son su reto cotidiano. En su corta carrera, que no va más allá de cinco años después de graduarse, ha tocado en varios países, como Estados Unidos, México, Puerto Rico o Colombia, acompañando diversos ensambles y con su propio proyecto, ya tiene dos discos de proyectos originales personales, Snapshot (2013) y ESSE (2016). Su empeño y disciplina se ajusta a la dirección y guía de sus maestros, asume su etapa primaria de formación con la atención concentrada de un discípulo puntual y estudioso. Su formación musical le ha permitido configurar un proyecto que asocia las tradiciones del jazz tradicional y de la música mexicana y latinoamericana. El punto especial en este movimiento es su formación en filosofía, que gestiona una tensión entre el lenguaje de las palabras y la racionalidad occidental y el lenguaje del sonido y sus posibilidades creativas más allá de los conceptos. De ahí nace su segundo proyecto, ESSE, construido con diversos entretelones de la interioridad del músico poseído por visiones que ponen a dialogar frases literarias con frases musicales.
Los horizontes musicales no aparecen por generación espontánea, siempre hay una historia. En el caso de Gustavo esa historia tiene su origen en la casa familiar, un entorno estimulante puede ser suficiente para motivar el impulso de una vocación. Sus padres le proporcionaron un ambiente de vínculos y articulaciones múltiples con el arte, el teatro, la plástica, la música, como un entorno que permite y promueve, que conduce y gestiona. De esa atmósfera rica para la sensibilidad e imaginación infantil fue la música la luz más apreciada, y casi de inmediato la percusión. ¿Cómo sucede esto? Parecería que el destino existe. Gustavo toma clases de música desde muy pequeño, a los diez años la línea de la vida adquirió forma y dirección, sería músico, tocaría la batería. Sus maestros en México fueron Rodrigo Jiménez y Hernán Hecht, con los cuales estudio de manera privada. Después vinieron Johnny Vidacovich y Wayne Maureau en Nueva Orleans. Victor Goines y Willie Jones en Northwestern University. Conocer, comprender, reiniciar. Respetar y admirar, sentir y pensar. Años de sedimentación, de exploración y deseo, búsquedas y encuentros. De todo aquello emerge un joven con proyecto, casi maduro, con convicción, entrenamiento, visión, coraje, aspiración. Su educación se complementa trabajado con músicos en proyectos de ensamble, Kitt Lyles Real Talk, y el Roy McGrath quartet. Escuchando y disfrutando de proyectos de pop y rock como Sasha Bayan (orchestral pop), Adreian Davis (rock experimental electrónico), Subhi (Indy pop jazz), y Cristian Larumbe (power trio de rock). Detrás de un proyecto musical siempre hay una historia.
El disco ESSE está construido con nueve trakcs originales compuestos por Gustavo, pensados para ser interpretados por su septeto Snapschot. El título del disco es una metáfora del programa personal de vida y trabajo del compositor, arreglista y ejecutante, Gustavo Cortiñas, la pregunta por la existencia vivida desde el curso mismo de la duda y la certidumbre de ser. A partir de este compromiso el álbum tiene un perfil conceptual, la conversación íntima exteriorizada del creador en el entramado posible entre sus dos pasiones, la música y la filosofía. Gustavo declara, como podrán escucharlo en la presentación sintética del disco, que ciertos autores de la filosofía occidental lo han impactado en forma particular, Platón, Aristóteles, Wittgenstein y Nietzche, un abanico que retoma el sedimento primario del pensamiento occidental y las propuestas de renacimiento del germinado original entre el final del siglo XIX y principios del siglo XX. En la música sucede algo similar, el jazz tiene su propia historia de fases, saltos, paso lento. De los antecedentes hasta al último tercio del siglo XX la música del infinito vive una evolución que estalla a partir de los sesenta llevando el movimiento a una diversidad y extensión actual improbable hace cuarenta años. El proyecto de ESSE puede ser ubicado entre estos matices y genealogías, ensayando una línea de continuidad dentro de ciertas rupturas.
La propuesta de ESSE nace de la voluntad de unir y explorar uniones. En su primer disco hubo una pieza “Skepticism”, el cuarto track, el más largo, que ya deseaba expresar una idea filosófica a través de la música. Una semilla poderosa que germinaría en el proyecto del segundo disco. Los lenguajes de la música y de la filosofía no son simétricos, coinciden quizás en intenciones y momentos de iluminación. Esa podría ser la guía general del proyecto ESSE hacer coincidir puntos de expansión de la percepción y la conciencia. En la ejecución musical sucede, en la reflexión filosófica también, algo comunica a ambas vivencias en el instante que suceden. Eso se puede grabar, se puede ensayar la comunicación de la experiencia con el público, la audiencia, el escuchador del disco. Todo eso es posible, y vale el intento buscarlo. Cada pieza es un ensayo de ese horizonte de posibilidad, así que con un paquete de conceptos atados a ciertos textos y autores la música une lo improbable y se sedimenta en lo concreto. El viaje de la grabación puede coincidir con la experiencia de la audición. Este viaje sería aún mejor en un concierto en vivo.
Las rolas son un muestrario de opciones constructivas. Hay composiciones simples como Allegory of the Cave y Man of Flesh and Bone, que provienen de momentos en que las melodías/reflexiones llegan y toman forma como una pieza completa. Otras rolas como Dalectics of Freedom, son más complicadas y complejas, desde el principio hay un concepto que busca alguna forma musical, eso requiere más trabajo, hipótesis, alternativas, decisiones. Se trataba de explorar la idea de las libertades individuales que sólo encuentran su significado en el colectivo, un concepto hegeliano ilustrado por los ritmos/métricas distintas que sólo al relacionarse tienen sentido musical, una melodía que se mueve dentro de diversos tiempos, siguiendo una armonía cíclica que ilustra el método dialéctico. Otro ejemplo del ensayo de articulación entre música y concepto filosófico es On Certainty. Gustavo busca ilustrar la idea del fundamentalismo de la certidumbre a través de un motivo que funciona como la base melódica y construye así todo el desarrollo de la pieza. Todo el disco está construido en una forma que empata con la tradición, con toques de originalidad en juegos rítmicos y armónicos que enriquecen melodías que de simples pasan a complejas y regresan. Sonido suave que encuentra voces latinas como en Arete, o ecos de cool jazz como en The Allegory of the Cave. El tiempo rítmico en Global Skepticism es una delicia. El swing de Ubermensch nos conecta lo mismo con la música de grandes bandas que con el sonido tradicional del jazz de Chicago. En este proyecto los diálogos de los metales son exactos, puntuales, la guitarra y el piano no son protagonistas, son participantes, el bajo es estupendo, omnipresente y discreto, la batería pulcra, sin ningún exceso.
La cocina básica del proyecto como en otros casos es tocar lo prospectado. Aquí hay variantes de proyecto a proyecto, de ensamble a ensamble, de líder a líder. En un extremo está la puesta en escena punto por punto de acuerdo a lo pre-producido, es una opción común, es dura, requiere de una gran flexibilidad, profesionalismo y adaptabilidad, por parte de los músicos. En el otro extremo están los proyectos que son sólo un borrador que se interviene una y otra vez por parte de todos durante los ensayos y la apropiación de la propuesta. Las variantes se presentan sobre este esquema general. Gustavo viene de una escuela disciplinada que exige del autor y productor una claridad completa antes y durante la presentación de la propuesta a los músicos. La variante aquí es que la propuesta misma pide participación de los músicos en la interpretación y ejecución. Quizás este modelo de trabajo sea el más común en el jazz contemporáneo. En este caso todo se desarrolla en forma durante catorce horas de estudio. Esta es una cualidad fascinante del jazz, la exigencia y precisión al mismo tiempo que la colaboración creativa espontánea.
Algo sobre los músicos. Todos son conocidos de Gustavo desde Northwestern University, ha participado con ellos en diversos proyectos. La química del grupo es algo que para algunos no es indispensable, para Gustavo si lo es. Justin Copeland, trompetista con una atención entrenada y curiosa, un explorador de texturas con capacidad de dejar una impresión. Artie Black, saxofonista tenor de sonido suave y sutil, con una competencia en el dominio de ciertas melodías angulares que desarrolla consciente de qué está sucediendo alrededor de él, inclinado siempre a completar lo que está sucediendo en el conjunto. Roy McGrath, un saxofonista tenor con el que lleva tocando nueve años, músico con actitud y energía, con un impulso que empuja la música hacia adelante, capaz de impactar con su personalidad la situación anímica del grupo. Adam Thornburg, maestro del trombón, respetuoso de la tradición, intérprete apasionado, capaz de articular a todo el entorno con su swing, él se mueve en la senda de los grandes. Joaquín García, pianista delicado, que sabe cuándo incrementar su energía para impulsar la expresión y tensión a la música, su dominio del ritmo y su carácter lúdico lo convierten en un personaje indispensable en la sección rítmica, sus solos son el contraste armónico ideal en cualquier pieza. Hans Luchs, un guitarrista paciente y preciso, tiene un gran oído, un gran don para el desarrollo melódico y la exploración de armonías coloridas, dispuesto a pensar fuera del esquema y traer lo que se necesita a cada situación. Kitt Lyles, el bajo ancla, relevo e impulso, tiene una forma muy atenta y colaborativa de hacer las cosas, capaz de dedicar el tiempo y la energía justos a los detalles más pequeños, el faro necesario e indispensable para el orden y la organización del sonido colectivo. Y por supuesto Gustavo Cortiñas a la batería, discreto, atento, por completo involucrado. Un ensamble de gran calidad, formado, integrado, entero,
El producto final de todo este esfuerzo individual y colectivo es una grabación terminada, es decir la calidad es de primera, todos los componentes del proyecto han sido cuidados y desarrollados con pulcritud y esmero, con cariño y camaradería. La portada es un espejo, igual que el concepto general del disco, en las imágenes de la música y la filosofía contemplándose y uniéndose. Gustavo Cortiñas frente a Gustavo Cortiñas, el músico y el filósofo. ¿Es posible este diálogo, esta tensión creativa? El disco prueba que es posible. El objeto disco también tiene un cuidado extremo en el diseño y la composición del arte. La impresión general es de algo de gran calidad, todos los detalles fueron atendidos con gran profesionalismo, incluyendo la promoción y la gestión de la vida social del producto terminado. Esta reseña es parte de ese proceso, una colaboración más en el trabajo colectivo de una obra redonda que ahora sólo espera que tú la escuches, la disfrutes, la hagas parte de ti.
Contacto.-
gustavocortinasmusic@gmail.com
Para Comprar el disco.-
https://originarts.com/oa2/recordings/recording.php?TitleID=22138
https://www.amazon.com/Esse-Gustavo-Cortinas-Snapshot/dp/B01MRJ1W3R
https://itunes.apple.com/us/album/esse/id1188030960
Breve presentación sobre el proyecto y el ensamble por parte del propio Gustavo Cortiñas
https://www.youtube.com/watch?v=H-UnHpcCskg
Para escuchar algunos de los tracks.-
Dialectics of Freedom
https://www.youtube.com/watch?v=xd5_QXp_SGM
Areté
https://www.youtube.com/watch?v=oTUhFyz_pho
“Areté” live at the Jazz Showcase
https://www.youtube.com/watch?v=YCNahnJXD6U
Canal de youtube de Gustavo Cortiñas.
https://www.youtube.com/channel/UCSxGaRB_HJo-wnOdhtX-S3w
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