Foto de portada: https://www.jorgeroeder.com/
Fotos en El Cantoral de la Ciudad de México: Efraín Alavez
Jorge Roeder, contrabajista originario de Lima, Perú que ha vivido los últimos 15 años en Nueva York, viajó a la Ciudad de México para incorporarse a la plantilla de maestros de la Segunda Residencia Antonio Sánchez que convocó a más de 90 estudiantes de diferentes puntos del país. Antes del concierto de profesores, que se realizó en El Cantoral para clausurar las actividades, platicamos con él acerca de su experiencia en el seminario, de sus colaboraciones y de su música.
Participaste en la Segunda Edición de la Residencia Antonio Sánchez que organiza DeQuinta Producciones en el Cenart.
La semana fue intensa y muy fructífera. La Residencia me puso en un espacio en el cual tenía que pensar y actuar rápido para tratar de hacer que los muchachos la pasaran bien. Para mí fue un trabajo intenso porque no estoy acostumbrado a enseñar. Admiro la experiencia que tiene Kenny Werner dando clases maestras por todo el mundo con su método de enseñanza, a Antonio Sánchez, Thana Alexa por ser excelentes maestros y a Miguel Zenón por todos los conceptos que tiene. Mi experiencia como profesor no es tan basta por lo tanto pensé bastante en cómo hacerlo y darles algo de información a los alumnos (por ejemplo, en el caso del grupo de contrabajo) que quisieran, que necesitaran y sobre todo que pudiera inspirarlos. Traté de recordarles las cosas importantes sobre la música.
En el jazz siempre existe el lado más académico, más cerebral y a veces se deja un poco de lado la parte más emocional de la música. Me gusta recordarles a los alumnos las prioridades del proceso de crear música. Es importante aprender, practicar, saberse repertorio en todas las tonalidades pero a la hora de ir a tocar un concierto uno debe dejar todo lo aprendido, estar en el momento y escuchar a los otros músicos para interactuar. La compenetración es la prioridad principal, para mí eso tiene la mayor importancia.
Aceptaste ser parte de esta Residencia a invitación directa de Antonio Sánchez
He tenido una suerte increíble de haber podido salir de Perú para poder estudiar, tocar jazz e ir a Nueva York. Debido a esa suerte siento que tengo un deber y este me llama a compartir lo que he aprendido con gente cercana a mi cultura y eso para mí abarca toda Latinoamérica. Siento ese deber por haber tenido el privilegio de aprender, salir adelante y estar tocando con grandes músicos.
Te abordé al final del segundo set de la última noche de la residencia de Julian Lage en el Village Vanguard de Nueva York en julio pasado. ¿Cuéntanos cómo lo conociste y cómo llegaste a tocar con él?
Lo conocí en el 2005 cuando tenía 17 años y ya estaba de profesor en Stanford Jazz Workshop que es un taller de verano en California. Fui a tomar clases con el maestro Rufus Reid, que estaba enseñando ahí, y tenía un amigo saxofonista que estaba de asistente llamado Ben Roseth y él me dijo; ven a Stanford que puedes tomar una clase con Rufus y además tienes que escuchar a este guitarrista, voy a setear una sesión para que toques con él a trío. Tomé la clase con Rufus y fui a la sesión en un pequeño cuarto. Peter Bernstein también estaba enseñando y se sumó a la sesión. Yo ya conocía a Peter e hicimos la sesión a cuarteto (dos guitarras, saxofón y contrabajo). Inmediatamente me di cuenta que Julian era una persona increíblemente especial. Es uno de esos músicos que aparece uno en cada generación. Siempre bromeamos con Dave King acerca de que Julian es el Charlie Parker de esta generación. Escucharlo tocar todas las noches, ver cómo fluyen sus ideas, cómo las hace realidad y cómo se mueve sobre mundos musicales que tienen influencia de la música clásica contemporánea, bebop o folk americano (bluegrass, blues) es un privilegio.
De ahí no pasó nada por varios años. En el 2007 un amigo mío muy cercano con el que fui a estudiar a New England Conservatory se puso en contacto conmigo para decirme que Julian se acababa de mudar a Boston. Llamaron a mi amigo para tocar con Julian y le preguntaron a quién sugería para tocar el contrabajo a lo que mi amigo les respondió que yo sería el indicado. Se armó un grupo a quinteto y tocamos un show en Boston. Ese concierto fue muy interesante pero no trascendió a nada más. Un par de años después nuevamente Julian estaba formando un grupo pero esta vez con un músico colombiano que yo había conocido llamado Tupac Mantilla (percusionista). Los tres hicimos una sesión y fue magia la música que salió de ahí; tenemos que hacer algo dijimos. Pero a trío era un formato muy pequeño ya que Julian quería hacer un ensamble más grande para grabar su primer disco. Llamamos a Ben Roseth, que es el saxofonista que me presentó a Julian y un cellista clásico de Venezuela llamado Arístides Rivas. Hicimos muchos experimentos. Este grupo lo desarrollamos por tres años hasta que nos separamos.
Julian quiso rehacer su trayectoria musical, estaba tocando un tipo de guitarra, la dejó y cambió a la Telecaster. En el ínter también tocaba acústica y de rato me llamaba para tocar conciertos a dúo (hicimos dos giras). A la vez él estaba desarrollando su nueva música y llamó a Scott Colley y Kenny Wollesen para hacer sus primeros discos con el nuevo sonido y la nueva imagen. Pero yo siempre estaba por ahí. Scott, una leyenda del instrumento, es un íntimo amigo y he tenido el privilegio de hacerle la suplencia en diferentes grupos (más notablemente con el grupo de Gary Burton al cual Julian me llamó) y cuando Scott no podía tocar con Julian, Lage me llamaba a mí. Poco a poco a través de los años intercambiamos los papeles, ahora yo estoy tocando con Julian y Scott está haciendo la suplencia cuando puede. He tocado bastante con Kenny Wollesen en el proyecto de Julian y también somos parte del cuarteto de John Zorn New Masada Quartet. Creo que Julian, para tenerme a mí en el contrabajo, pensó en incluir a otro baterista y encontró a Dave King. Hicimos un concierto los tres juntos y el resultado fue muy especial. Hemos grabado tres discos con Julian y el nuevo que saldrá en septiembre.
Además has colaborado, entre otros músicos, con John Zorn, Sofía Rei o Thana Alexa (que también fue profesora de la Residencia Antonio Sánchez).
Con John Zorn ha sido una experiencia increíble. Él es un tipo único, tiene una fuerza musical que no tiene comparación. Es poco ortodoxo, no hace ni piensa como el resto del mundo, tiene su propia forma de acercamiento al arte y tiene una lógica muy fuerte. Cuando hablo con él comprendo muy bien de donde viene y sus conceptos sobre el arte, de cómo deben ser los músicos y la industria, lo tiene muy claro. Cuando las cosas no están como las quiere te lo dice sin pelos en la lengua. Lo que me sorprende mucho es en lo rápido que nota cuando algo está mal y lo dice. Es una leyenda del instrumento, nadie puede tocar como él y la forma en la que dirige a sus grupos es también única. Cuando toco con Zorn siento una alegría muy grande, siento que estamos creando una especie de catarsis alegre.
En el caso de Sofía, es muy querida por mí. Fue una de las primeras amigas que tuve cuando me mudé a Estados Unidos. Tener a alguien que comparte un poco de tu cultura es relajante en un mundo de estadounidenses. La conocí en mi primera semana en New England Conservatory y nos hicimos muy buenos amigos. En el Departamento de Jazz habíamos solo tres latinos; Gabriel Guerrero (colombiano) Sofía Rei y yo. Nos volvimos muy cercanos, formé parte de su banda. A ella le gustaba mucho la música peruana así que hicimos arreglos de música peruana, hicimos música colombiana y desarrollamos su música siempre enfocada en la cultura panamericana. Desde el principio hemos tocado a dúo por lo menos una canción en el set y algunas veces hemos hecho shows a dúo. En los 20 años que nos conocemos siempre habíamos tenido la idea de grabar un disco a dúo y finalmente el año pasado lo hicimos. Lo vamos a sacar pronto, tal vez a fines de este año o en el próximo. Estoy muy contento con esta producción porque finalmente después de tanto tiempo lo hemos realizado.
La colaboración con Thana es también muy interesante. Por la conexión con Antonio Sánchez la conocí y nos hicimos buenos amigos también. Tocábamos en el desafortunadamente desaparecido 55 Bar donde tuvimos muy buenas experiencias. Thana es una increíble cantante con un rango genial y con quien también me volví muy cercano. Tocar su música y grabarla (en su primera producción) fue un gran momento para mí.
Es importante aprender, practicar, saberse repertorio en todas las tonalidades pero a la hora de ir a tocar un concierto uno debe dejar todo lo aprendido, estar en el momento y escuchar a los otros músicos para interactuar con ellos.
Jorge Roeder
Con todo este contexto musical, ¿cómo ha ido surgiendo tu música, cómo la has nutrido y cómo se ha desarrollado para tu disco como solista?
Todos los músicos que te he mencionado son grandes compositores. Nunca me he considerado un compositor. Veo la música un poco distinto, cuando trato de componer algo no siento esa urgencia de enseñarlo al mundo. Me siento mucho más cómodo creando algo en el momento que tal vez podría convertirse en una composición. Prefiero tocar música que una vez que se acaba ahí quedó. Me gusta tener ese tipo de relación con la creación musical. Para mí es muy importante tener inspiración si voy a tratar de hacer algo, no me fuerzo a componer.
Lo que ocurrió con mi proceso fue más fortuito que nada. Un amigo contrabajista tiene un contrabajo con un aparato especial que le baja las notas a la nota más grave (es una extensión que hace que la nota llegue a un do grave) es una cosa que usan los músicos clásicos para tocar sinfonías de Beethoven y de diferentes compositores que compusieron notas que eran más graves que la nota más grave del instrumento. Este amigo me pidió que si podía dejar su contrabajo en mi casa por unos días, le dije que no había problema y le pregunté si podía tocarlo a lo que me contestó que sí. Lo hice, jugué con las notas más graves e inmediatamente empecé a escribir en el contrabajo de mi amigo y grababa lo hecho. Encontré una relación con el instrumento que era muy distinta a la que había tenido antes. El tener esas notas graves me hizo tocar de una manera diferente y me hizo pensar en composiciones para el instrumento, por lo tanto dije, tengo que hacer esto en mi contrabajo y lo hice. Después de un par de meses ya tenía en mi contrabajo este sistema y así grabé mi disco como solista. Era muy claro para mí que tenía que ser esto, no sentí que fuera nada forzado por lo tanto siento que así debe de ser mi proceso de composición, que venga natural.
Con lo que describes, ¿cuál es tu relación con la música desde el contrabajo?
Siento que el contrabajo en el contexto en el que lo estoy usando tiene un rol bastante flexible. La gente con la que toco no necesita tocar con contrabajo, es decir, no lo necesitan para poder tocar bien pero me buscan porque me gusta hacer contrapunto, me gusta hacer interplay y me gusta crear mundos distintos en el instrumento que no son tal vez convencionales. Existe tradicionalmente la idea de que el contrabajo tiene que tocar el walking o dar el tiempo y por supuesto que sí, lo he aprendido y siento que puedo hacerlo de una manera sólida, pero siento que hay algo “más allá” y estoy tratando de llegar siempre a ese punto constantemente.
Jorge Roeder después de su visita a México:
En septiembre y octubre tocará con Julian Lage, Shai Maestro y grabará con John Zorn.
Viajará a Alemania para tocar la música que John Zorn le compuso a la cantante de música contemporánea Barbara Hannigan.