Eric El Niño nos habla de “Bestiario”, su nuevo material en solitario que posee una inclinación hacia el jazz.
Por Efraín Alavez
Ciudad de México, 6 de octubre de 2016. Eric El Niño representa a la cultura hip hop del país desde 1999. Editó su primer disco en el 2005. De ahí a la fecha ha lanzado cinco discos en solitario, tres con bandas de jazz y uno instrumental. Su acercamiento al jazz lo inició en la adolescencia como aficionado escuchando a John Coltrane, Thelonious Monk y Miles Davis, música que conectaba con lo que sentía. Después comenzó a asistir a los lugares donde se tocaba jazz en México y reconoció rápidamente los nombres de Remi Álvarez, Aarón Cruz e Iraida Noriega los cuales influyeron en algún momento en él. Tiempo después, Jonathan Arellano le propuso formar una banda a la que llamaron Xavier y grabaron “Mudanza”, disco que considera ser su primer paso dentro del jazz. Después se unió a la Groovy Band de Iraida Noriega (con quién comprendió el lenguaje del jazz) y a la par se unió a T’orus (banda que consolidó rápidamente un sonido en vivo). Entrevistamos al MC previo al concierto que dará en el Foro Alicia de la Ciudad de México el próximo sábado 15 de octubre donde presentará oficialmente este material.
Lo primero que se me vino a la mente al escuchar el título del disco fue el libro de Juan José Arreola y el de Julio Cortázar, que llevan el mismo nombre. ¿Tiene algo que ver con ellos o tiene otro trasfondo?
Mi bestiario tiene otro trasfondo pero sabes, cuando era adolescente leí el de Cortázar. Siempre que he leído a Cortázar me ha cambiado la vida en algún sentido. Lo que yo sentí en el de Cortázar es que estaba hablando de sus miedos y esas eran sus bestias. Tiempo después leí un poema de Juan Gelman en el que habla sobre las bestias y dice “Quisiera entender a las bestias para entender mi bestia” y eso fue el detonador del porqué le quise poner Bestiario a este disco. Un día fui a tocar en los miércoles de jazz como DJ en el Centro Cultural de España y por casualidad estaba ahí Juan Gelman firmando libros. Acababa de dar una plática y lo conocí un poco en plan de aficionado. Lo saludé y le di las gracias. Volví a conectar con sus libros y encontré de nuevo este poema. Estaba viviendo un momento crítico y sentí que era momento de hablar de mis miedos y del mundo que a veces da mucho miedo.
¿Cuáles son las bestias de Eric El Niño?
Antes de hacer este disco, justo en los años en los que toqué con la Groovy Band, pasé por una etapa en la que estaba buscando desesperadamente la luz. Siento que entré en un lapso en el que más que buscar la luz estaba negando mi oscuridad y quise recuperarla. Toda mi adolescencia estuve escribiendo de esta forma, como más denso. Pasé por una etapa en la que estaba buscando la espiritualidad, de algún modo, y sobre todo con los discos de jazz como del Avant-garde. Me cansé de eso y quise volver a hablar mierda, agarrar mi rabia y soltarla. En el disco hablo mucho de la falsa espiritualidad, de cómo está capitalizada. Toco un poco de la guerra santa, sin clavarme tanto en un bando o en otro, simplemente hablar lo que todo eso provoca en el mundo, demasiada migración igual provocada también por el neoliberalismo. Son cosas que me han llegado a dar miedo en el sentido de que siento que el mundo está cayéndose a pedazos. Es un disco más apocalíptico. Hace diez años podías pensar en migrar y migrar resultaba. Creo que hoy migrar no resulta en nada e incluso en este país que es más corrupto en algún sentido estamos bien. Hay oportunidades de jugar sucio y hacer tus cosas.
La frase que aparece en la canción Avant-garde “He volado más con jazz es más, el rap no me importa ya”, ¿es literal o metafórica?
Es literal. Cuando comencé a hacer rap tenía once años. No había rap en México. Cuando llegué a esta subcultura era contracorriente, el rap era político. Los raperos eran gordos y feos, eran gente marginal y me identificaba con eso. Crecí creyendo en eso. Hoy en día el rap es la corriente misma, todo mundo escucha rap, todas las canciones de pop tienen un momento en el que se rapea. Mucha gente tiene interés por escuchar rap pero del rap que habla de joyas, mujeres y autos. Eso nunca me ha representado. Lo digo en el plano espiritual, ya no me interesa. Voy a amar siempre la cultura hip hop y muchos de mis pensamientos tienen que ver con eso pero escuchando jazz descubrí otras cosas y musicalmente los ritmos de rap en los que crecí ya no me interesan. Es simplemente una cuestión estética, los tempos en los que se rapea ya no me complacen, la forma de trabajar los sampleos ya no me complace, quiero ir un poco más allá.
Una decena de músicos son los que invitaste a colaborar en este disco.
Los músicos que invité son personas con la madurez suficiente para estar en esto. Son mayores que los de mi generación. Están emocionalmente más enteros. Tienen más claro quienes son y eso se traduce en cómo tocan. Quería eso. El primero con el que grabé fue con Aarón Cruz. Tenía baterías, pianos pero quería afianzar la base. Es la segunda vez que grabo con él para un disco mío. Desde que lo conocí he querido trabajar con él porque entiende muy bien la naturaleza de mi música que es muy sencilla en cuanto a construcción, quizá armónicamente llega a tener sus complicaciones pero rítmicamente y en cuestión de secciones es muy simple.
A Juan José López lo invité porque me encanta su furia. Improvisando en vivo es súper furioso. Generalmente es muy melódico, más suave cuando toca con cantantes pero cuando toca su música o va con bandas instrumentales es una bestia y quería eso. A Remi Álvarez lo invite porque soy fan de Coltrane. Entendía que él estaba mucho en eso, en alguna etapa también estuvo muy clavado con Coltrane. Tenía el sonido que yo quería. También está Natalia Pérez, no es propiamente del circuito del jazz pero ha colaborado bastantes veces con músicos jazzeros. Están las gemelas Beaujean que principalmente las quise invitar para hacer algo muy sencillo, como una cama a tres voces para que yo leyera encima pero al final acabaron improvisando porque la rola lo pedía. Del ámbito del pop rock invité a Torreblanca, igual, súper generoso. Con John Maloso estoy rapeando desde que tengo 15 años. Sale en todos mis discos y tenía que estar. Citlalli siempre está conmigo, me encanta como canta. Hicimos juntos la letra de una rola.
En los créditos agradeces al espíritu del jazz. Para ti, ¿cuál es ese espíritu?
Es el mismo espíritu de toda la gente que ha sido reprimida y que se ha vuelto rebelde. Hay demasiada maldad y poder seguir adelante con la música ha sido genial. Siempre ha sido la salvación, hacer música. Por azares del destino terminé haciendo música negra, creo es porque mi papá escuchaba mucho Hendrix. Luego me encontré al hip hop y después al jazz. Es ese espíritu de la clase marginal. Esa es la razón por la que he querido hacer jazz.
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