INGENIERÍA EN COMUNICACIÓN SOCIAL DEL JAZZ EN LA CIUDAD DE MÉXICO. Profesión, negocio, cultura (1).
Jesús Galindo Cáceres
arewara@yahoo.com
Foto Efraín Alavez
El jazz en México ha estado condicionado a lo largo de varias décadas por la configuración del mercado de la música y de la cultura. Por una parte siempre ha sido difícil el acceso a la música jazz, por cualquier medio, y por otra parte se posicionó como una forma musical rara, especial, de pequeño grupo, de iniciados, de ricos, de intelectuales. El jazz no ha sido popular, está fuera de la cultura popular mexicana. Así que la pregunta por el jazz en México tiene una respuesta sencilla, por supuesto que hay cultura del jazz en nuestro medio, pero es de nicho corto, de minoría, de pocos.
Para el desarrollo de esta hipótesis de trabajo, de construcción de argumentos básicos, de visiones de lo sucedido y la prospectiva, los ejes de articulación central serán la profesión, el negocio y la cultura. Es decir, el jazz en México como algo que hacen ciertos músicos especializados, algo que configura un nicho de mercado, y algo que constituye alguna dimensión de la cultura contemporánea. Pasaremos un pequeño escáner sobre estos tres ámbitos asociándolos entre sí y desarrollándolos en forma sintética en sus peculiaridades, dentro del ensayo de una visión constructiva desde la perspectiva de la Ingeniería en Comunicación Social. Estos apuntes son la expresión de un proceso de observación y análisis de más de cuarenta años de vivencia y experiencia con el jazz en la Ciudad de México, sobre todo los últimos diez.
1. La profesión. Todo parte de los que hacen la música, los músicos de jazz.
El esquema es simple, la visión etnográfica contemplando y registrando al centro de la música del jazz, los músicos. Si observamos la escena actual y la comparamos con la de hace cinco o diez años, hay diferencias significativas. Si la comparamos con la de hace veinte o treinta también. Esta es una primera imagen y una primera hipótesis, la escena actual es la más plena y rica de los últimos treinta años. Desde el punto de vista de los músicos la cosa varía. Hace treinta años había menos músicos, con una formación menos académica, el tema del dinero y la profesionalización para ellos no es muy diversa al día de hoy. Es decir, hoy hay más lugares, más músicos, mejor formación, más proyectos, pero las condiciones de desarrollo profesional no son tan distintas. Para un observador externo tener hoy día tantos lugares y proyectos es maravilloso, pero el público no ha crecido, y sigue sin pagar lo suficiente para que los músicos mejoren sus condiciones de vida. Como se puede apreciar la situación hoy puede ser distinta de la de ayer, pero no en todo, por ejemplo la percepción de los músicos y sus ingresos.
El sistema de comunicación de la música del jazz se compone en principio por la situación de la música misma. El cuadro tradicional es simple. El músico toca en bares y restoranes, el status en esos lugares es de música cool que acompaña un rato de recreación con la familia o los amigos. El que un comensal acuda a un lugar por el proyecto que se está tocando es raro, acude para divertirse, y casi le da lo mismo un proyecto que otro. Y por otra parte los músicos presentan programas que están compuestos por covers y standars, no proyectos originales. La gente quiere oír el jazz que ha escuchado siempre, los músicos tocan el jazz que se ha tocado siempre.
Esta situación ha cambiado, hoy hay más proyectos originales que nunca, y los músicos los tocan, en bares y restoranes, el público de estos lugares lo nota poco, pero lo rechaza también poco. Así el músico tiene oportunidad de tocar su música frente a gente que está comiendo y sobre todo bebiendo, mientras conversa más que escuchar. Esta configuración situacional es importante, los músicos tienen otra música que presentar, tienen lugares en donde presentarla. Sin alterarse la situación tradicional de la tocada en un bar, lo que se escenifica es distinto a lo que sucedía en la historia previa. Y es claro que las tocadas en bares y restoranes son la escena básica de la presentación de la música de jazz en la Ciudad de México.
El segundo escenario para la presentación del jazz en la ciudad son los festivales y los conciertos. Los festivales forman parte de la tradición, se realizan en auditorios o en espacios más grandes que un bar o un restorán, y la gente acude sólo para escuchar, no para beber y conversar, no en principio. Este es el escenario típico para presentar un proyecto original, pero no siempre sucede así, además que no hay muchos eventos de este tipo al año, el día a día son las tocadas en bares. Los festivales acontecen en la ciudad sobre todo en el primer semestre del año, el resto del año los músicos viajan a diversos lugares del país y del extranjero para acudir cuando sus proyectos son aceptados o bajo invitación estricta. El jazz de los festivales había sido superior al de las tocadas, pero ya no es así, las tocadas han ido subiendo de calidad en todos sentidos. El concierto también tiene un espacio de redefinición, antes sólo sucedían en los festivales, ahora no, también suceden en bares y restoranes que piden que la gente no haga ruido mientras los músicos tocan.
Quedan otros espacios posibles pero más escasos, los museos, las celebraciones, los espacios públicos de arte y cultura, las fiestas privadas. Pero son más escasos. Todo esto tiene su correlato en dinero. El músico recibe honorarios básicamente de las tocadas en bares y restoranes, la paga suele ser poca. Si sumamos todas las posibilidades, el escenario mayor es el de un músico que toca para ganar dinero en varios lugares a la semana todas las semanas, acompañando todo tipo de proyectos, la mayoría para vivir, standars y covers. En un escenario común, no puede vivir de tocar, es profesor, lo subsidia la familia, se dedica a otra cosa, las tocadas son por gusto, por deseo de desarrollarse como músico y como proyecto. Al ser mayor el número de músicos en este momento las combinaciones de grupo de bar y grupo proyecto son muchas, los músicos se mueven entre diversos escenarios de colaborar para ganar dinero y para impulsar un proyecto original.
La segunda dimensión de la profesión es la formación. En otros tiempos casi la única opción era la vida profesional, las tocadas mismas. Los músicos de jazz aprendían de otros músicos de jazz en el momento de ensayar o tocar, no había más. Esto traía como condición la relación entre viejos músicos y jóvenes músicos, que en un ambiente de pocos se presentaba como tipos de familias o grupos de afinidad, con pocas relaciones más allá de estas asociaciones relativamente cerradas. El escenario se completa con la vida profesional en la industria del entretenimiento, que siempre ha sido una opción para los músicos, obtener un trabajo acompañando a un artista famoso puede ser un pasaporte a una vida material mejor. Hoy sigue presente este escenario, pero hay muchos músicos de gran calidad que no transitan por él.
La condición emergente de la última década y un poco más son las escuelas de música especializadas en jazz, tanto públicas como privadas. Esto ha traído por consecuencia que el número de músicos haya aumentado en forma significativa, y que las generaciones egresadas de jóvenes vayan haciendo presencia en el medio musical, desplazando a los más viejos, entre otras cosas porque están dispuestos a tocar en condiciones que los viejos aceptan a regañadientes. Este tema se completa con los que estudian en el extranjero financiados por sus padres o con becas. El movimiento de músicos hacia el exterior con ida y vuelta, la visita de músicos extranjeros, el egreso de licenciados en jazz, todo esto ha enriquecido el ambiente musical en la ciudad en los últimos años. El detalle más llamativo es que el medio se ha rejuvenecido, son más los músicos jóvenes que tocan en bares y restoranes que nunca en la historia del jazz en la ciudad de México.
La tercera dimensión de este capítulo de la profesión es la relación con el proyecto. Los jóvenes músicos han tenido más contacto con las diversas opciones del mundo del jazz que nunca en la historia, internet y los viajes han facilitado esta situación. Muchos de ellos tienen formación para componer y arreglar, y lo quieren hacer. La figura del creador es parte de su proyecto personal. Esto es un contraste con los músicos de otras generaciones para los cuales lo principal era tocar para vivir y en muchas ocasiones sólo eso. Los jóvenes quieren crear su propia música, desarrollar proyectos originales, tocarlos, publicarlos, promoverlos, que los identifiquen por sus creaciones más que por sus tocadas. Esto hace una gran diferencia respecto a las generaciones anteriores.
Entonces, para el tema general de la profesión tenemos las tocadas, la formación y el proyecto. Es ahí en donde se articulan todas las demás variantes, como el ciclo de vida, las parejas, la renta habitación, el crédito bancario, los hijos, las adicciones, la salud física. Por otra parte están las condiciones que permiten que las tocadas tengan otro fondo profesional, como el que las escuelas de jazz crezcan y se profesionalicen, que los proyectos tengan elementos de composición y de articulación con públicos para evolucionar y posicionarse. Estos contextos y situaciones complementarias nos envían entre otros temas a los otros dos seleccionados para este ciclo de apuntes, el negocio y la cultura. El músico se enfrenta a una vida social en donde la música es negocio y es cultura, piensa por lo general que no puede vivir de la cultura, así que se enfoca en el negocio, con ello cierra un círculo que no le ha permitido evolucionar ni en forma individual ni como gremio.
Queda pendiente la pregunta por el factor demográfico de este asunto, que es clave. ¿Por qué ha crecido el número de músicos de jazz? ¿Por qué hay más interés en este tipo de música hoy que en otros tiempos? ¿Cuáles son las variables urbanas de la ecología de la Ciudad de México que colaboran en este fenómeno? ¿Qué está sucediendo en el dentro del ámbito de gremio musical que afecta en este crecimiento? ¿En qué consiste el atractivo del jazz para un joven prospecto en formación musical?
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