La fonda ubicada en la colonia Portales sur de la Ciudad de México cumple 20 años. Ofrecen comida de autor y programan jazz en vivo. Platicamos con Alberto Aguilar, cofundador de este espacio.
“Al final, después de 20 años la Fonda El Convite continúa vendiendo comida con su propia evolución, con su propia idea y sigue programando jazz”. Alberto Aguilar.
Por Efraín Alavez
Ciudad de México, 9 de febrero de 2016. El Convite nace el 6 de febrero de 1996 con la intención de ofrecer comida de autor basada en la historia gastronómica de la familia Aguilar. “El contexto en el que nace estaba marcado por el “error de diciembre” y por nuestro reciente egreso de la Universidad. Era una época de oportunidades (lo decimos ahora porque entonces era muy nebuloso). Era idealista la posibilidad de tener un lugar que conjugara una actividad para vivir y por otro lado que estuviera ligado a algo que nos gustara hacer. Teníamos una ventaja, éramos una familia de cinco hermanos y mi mamá. Eso permitía no sentirnos tan presionados en cuestión de profesión. Originalmente estudié diseño gráfico, Edgardo lo hizo para artista plástico, Celina para directora de teatro. Al principio del negocio también participó mi hermano Carlos que es arquitecto y Miguel que es contador. El futuro se supone que era otro, profesionalmente hablando. Era un futuro que estábamos buscando de forma independiente, de forma individual pero la situación nos llevó a pensar que sería buena idea trabajar juntos. Pensamos que un lugar de comida sería interesante. Aprendimos con la experiencia y con la escuela, porque nos metimos a estudiar después (cocina, enología para profesionalizar el lugar)”.
Dentro de las actividades que comenzaron a realizar se encontraron la organización de conciertos, exposiciones, presentaciones de libros y discos así como proyecciones de cine. “El espacio nos permitía funcionar también como galería, como lugar para montar pequeñas obras de teatro con amigas de mi hermana. Programar música con amigos de mi hermano, hacer exposiciones de pintura, escultura, fotografía. Finalmente era una especie de alternativa para nosotros mismos más allá de que si ganábamos dinero o no con eso. Prácticamente nos permitía experimentar lo que se suponía queríamos ser, si no como creadores de la obra, si como parte de algo que ocurre con la obra. Esto nos permitió darnos cuenta que el mundo era mucho más grande de lo que pensábamos y había que explorarlo”.
Cinco años después de su apertura, El Convite comenzó a programar formalmente jazz en vivo dentro de su espacio. “No es una casualidad que hayamos elegido este género. Siempre estuvo en nuestra vida como formación y como acompañante. Es una historia muy íntima familiar cotidiana escuchar discos. Mis papás eran melómanos, cada quien tenía su gusto personal. Entre los dos nos hicieron sin querer una formación amplia musical que nos hizo agudizar nuestro oído. Aunque no somos músicos profesionales también estudiamos música en la Superior y Nacional de Música. Esa agudeza auditiva te hace saber dónde está algo interesante y bueno o algo que no vale la pena. Comenzamos con el jazz hace prácticamente 15 años, una etapa en la que en la Ciudad de México, por lo menos, los espacios para el jazz prácticamente habían dejado de existir. Había un mito la idea de cómo eran los clubes además de la mitificación del mismo jazz y la suma de la pose”.
Se relacionaban con músicos jóvenes de su generación. “Nos los encontrábamos en lugares inverosímiles, lobbys de hotel o bares tocando standards de jazz muy bien interpretados pero nadie los pelaba, nadie les daba la oportunidad de presentar su trabajo original. Menos había un público que escuchara y aún menos un público que pagara y que apreciara este trabajo como un concierto. Coincidió por azares de la vida con una generación de músicos que también pensaban igual que nosotros, sólo que ellos en la música y estaban dispuestos a que cambiaran las cosas. La combinación de tener la posibilidad de un espacio que se abre a eso y una generación de músicos que están buscando eso y espacios como el nuestro para poder exponer su trabajo que además plantea una asociación donde nos preocupa también la difusión, la programación y la producción fue importante”.
El Convite ha participado en la coproducción de discos de jazz. Crearon un espacio paralelo a El Convite totalmente experimental enfocado al público joven llamado Foro 81. Organizan el Festival Jazzbook y Ars Futura. Para celebrar sus 15 años organizaron “Jazz Gourmet” en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris con cinco mujeres del jazz. Impulsaron la Unión de Clubes de Jazz. Convocaron a actividades en conjunto para celebrar el Día Internacional del Jazz. Organizaron el Encuentro de Jazz y con la Cineteca Nacional curaron un ciclo de música.
Uno de los retos más importantes de El Convite es continuar sin perder de vista la calidad del servicio y la calidad de los alimentos. “Para que algo no cambie debe cambiar. Buscamos trabajar con músicos de otra forma, de seguir convenciendo a la Institución de lo que vale la pena musicalmente. Hay sueños como la parte internacional tanto de traer como de llevar músicos. Más vale paso que dure y no trote que canse. Intentaremos cuidar todas las aristas, vamos más lento pero con paso firme”.
Página web: http://www.elconvite.com.mx
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