Adelanto del libro “Jazz y la Ciudad de México” escrito por Luis Jesús Galindo y Liliana Ramírez.
La percepción de los músicos de jazz en la ciudad y sus lugares más locos, entrevista a Miguel Alzerreka[1]
Texto Liliana Ramírez Ruiz
Fotografías Menta Chan
(25/8/14) Miguel Alzerreka es un vibrafonista mexicano, estudió percusión clásica en el conservatorio, después de tocar los timbales conoció el vibráfono y ahí se quedó. Comenzó a tocar jazz hace unos once años, ha participado en diversos proyectos musicales al lado de Jorge Servín, Federico Sánchez, Israel Cupich, Benjamín García, Alán Fajardo, entre otros. En la actualidad tiene valiosos proyectos como No Soy y su cuarteto.
A Miguel le gusta cocinar y lo hace de manera excepcional, esto lo conjuga con el cuidado de su gatita de color gris y de ojos verde-amarillo llamada Gondi.
Esta es la segunda de una serie de entrevistas que publicaremos, tienen la intención de mostrar cómo observan, perciben, sienten, y viven los músicos de jazz la Ciudad de México.
¿Cómo percibes el trabajo de músico de jazz en la Ciudad de México?
Es muy complicado porque está muy mal pagado, no puedes vivir de eso. A menos que encuentres el trabajo de jazzista en restaurantes donde la gente va a comer y no le interesa la música, así muchos viven y son trabajos que todos perseguimos ya que al final con eso pagas tu renta, la gasolina, comes y tocas, pero tocas para un público que no existe. Los lugares que valen la pena no te dan lo suficiente. Algunos lugares siguen siendo negocios y entiendo que por un lado tengas tu inversión y quieras sacar tu lugar, pero por otro lado no entiendo que tomen al jazz como su elección alterna para tener un lugar que pegue y me dé dinero. De esos lugares hay varios, no voy a decir cuáles.
¿Qué encuentras de positivo de ser músico de jazz en la ciudad?
Estamos viviendo un momento único en el que realmente hay músicos que están en ese rollo, estamos haciendo música y no nada más tocando standards e imitando a los gringos. Estamos creando composiciones y hay muchos músicos excelentes que te dicen; “no importa carnal que me des nada más cien pesos, yo voy a tocar contigo música que nos alimenta y es un beneficio para todos”. Eso es lo más chingón de ser músico en la Ciudad de México.
¿Qué lugar consideras muy loco en la Ciudad de México?
Calzada de Tlalpan, está lleno de gente muy loca. Un día iba caminando y ahí por Metro Portales traía mi mochila y donde hay una jardinera, me paro para tomar agua. Estaban unos travestis, uno era un tipo como de mi tamaño, con el doble de mi espalda, horrible, con una peluca güera. Yo los vi. (después de un tiempo topas que son gente bien cotorra) y les dije; “¿Puedo tomar agua aquí?” ellos respondieron: “¡ay!, adelante”. Entonces el tipo me empezó a preguntar un chorro de cosas: “oye, ¿qué haces? ¿eres arquitecto? ¿qué traes ahí, planos? (Porque traía un rollo de plástico para poner aquí en la cocina) porque yo tengo una casa en el bosque”. Me empezó a inventar cosas, pero al güey no se le quitaba la sonrisa de la cara, estaba cotorreándose él mismo. Me decía: “¿de dónde eres?” Yo le decía: “yo soy de acá ¿y ustedes?” Le digo: “tú eres de Veracruz”, y se empieza a reír porque si era de Veracruz. El otro me dice: “yo soy de los Ángeles ¿no se me ve?” Y se agarraba la peluca güera y se la echaba para atrás. Yo no paraba de reírme, en eso llego un taxi, no se qué les dice y me dicen: “no te vayas ahorita venimos”, yo me fui. De transitar por ahí, ellos ya me reconocían, había un güey que me veía y me gritaba: “¡Ven, ven!” Con su voz de travesti y yo le decía que no. Después ya me gritaba con su voz de hombre: “¡Ven para acá cabrón!” Un tipo con las tetas operadas, como de dos metros, eran cosas bien chistosas.
Me acuerdo un día estaba bien sacado de onda, me salí a caminar y en esa caminata lo primero que me encontré fue una familia humilde, un señor con dos niños chiquitos, uno de cinco años, el otro mucho menor y una señora embarazada. Venían caminando por donde hay unos puestos ambulantes, el niño voltea y le dice a su papá, mira papá se renta. Estaban buscando un lugar para rentar o un negocio. Yo vi a esta familia de dos hijos con una mujer embarazada claramente de una procedencia muy humilde, y pensé: “!qué chillas güey¡”. Regresé y aquí por Churubusco me encuentro a un vagabundo tirado en la calle, yo venía más aliviado pensando que no tenía porque ponerme así, que tenía que seguir trabajando y ya. Lo vi y le grité, yo traía veinte pesos en la bolsa, los deje en un barandal. Sólo lo vi cómo agarro el dinero y empezó a apuntar hacia el cielo.
[1] Este es un fragmento de una entrevista que será publicada el libro “Jazz y la Ciudad de México” escrito por Luis Jesús Galindo y Liliana Ramírez.
Liliana Ramírez Ruiz (liliana_galas@hotmail.com) Nacida en Ciudad de México, vive en Medellín, Colombia , es socióloga de formación. Ha impartido clases en distintas universidades de México y Colombia y ha publicado artículos en revistas especializadas y libros. Actualmente es catedrática de la Universidad de Antioquia y la Universidad Pontificia Bolivariana y es coordinadora de dos proyectos de radio para la inclusión de personas con experiencias psiquiátricas y habitantes de calle.